5 cosas que conviene saber
Las ciudades se convierten en hornos y el cambio climático no hace sino empeorar el asunto cada año. Qué podemos hacer para frenar sus efectos
Apesar de que este mes de julio y, sobre todo, el pasado mes de junio, han sido mucho menos calurosos de los de los últimos años, las primeras olas de calor se aproximan. En casi todos los países del planeta, además, julio es el mes más caluroso sin necesidad de que se dé ningún fenómeno climático particular. En ‘The Conversation’, la especialista en temas de energía y medioambiente Jennifer Weeks, da varias pistas de cómo lidiar con ello y paliar los efectos del aumento de las temperaturas en las grandes ciudades.
1. El aire acondicionado: solución y problema
Como consecuencia del crecimiento económico y de las condiciones de vida de muchas partes del mundo, hay millones de aires acondicionados. Eso es bueno desde el punto de vista de que hay menos personas expuestas a temperaturas insanas. Y, en ocasiones, es un gran aliado para no derretirse en plena canícula. Por ejemplo, el economista Lucas Davis, de la universidad de Berkeley, California, predice que cerca del 100% de los mexicanos tendrá un aparato en las próximas décadas. En España, según algunos estudios realizados por el propio sector, hay aire acondicionado en cerca del 70% de los hogares.
La paradoja es que el uso del aire acondicionado puede ser perjudicial para el problema del calentamiento global del planeta
El crecimiento exponencial de estos artilugios conlleva, a su vez, un aumento de las emisiones de dióxido de carbono, además de los gases refrigerantes. Paradójicamente, el uso del aire acondiconado puede ser perjudicial para el problema del calentamiento global del planeta. Para evitar estas consecuencias colaterales, los aparatos deben volverse más eficientes energéticamente.
2. Las islas de calor
Los urbanitas son los principales afectados por las olas de calor. El asfalto y las fachadas de los edificios conservan el calor del día y lo extienden por la noche. En estas islas de calor que se forman en los núcleos urbanos, los más desfavorecidos son los principales afectados, porque no se pueden refugiar en el interior de las casas. El antropólogo de la universidad de Connecticut Merril Singer concluyó en un estudio que los ciudadanos con pocos ingresos eran los más perjudicados por las olas de calor por la sencilla razón de que no tienen donde refugiarse.
3. Centros con aire acondicionado portátil
Los puntos ambulantes con aires acondicionados (poco frecuentes en España) pueden servir para hacer frente a una emergencia de calor, pero las ciudades necesitan alguna idea mejor. El profesor Nick Rajkovich, de la Universidad de Búfalo, ha hecho varios estudios en la ciudad de Cleveland de cómo afrontar las olas de calor. Su propuesta es plantar más árboles y más arbustos, que dan sombra y enfrían el aire.
Una idea es la de cubrir los tejados de los edificios con plantas, lo que hará que se enfríen a través de absorber el agua
También crear edificios que no reflejen y potencien el efecto del sol. Para Rajkovich sería básico que las instituciones y las organizaciones hablasen para concretar un plan. “Entre todos los profesionales y las administraciones se puede hacer un buen plan de choque”, es su conclusión.
4. Soluciones en los tejados
Una buena manera de hacer que los edificios no se recalienten y climatizarlos mejor es pintar los tejados de blanco, de tal manera que repelan el calor porque no absorben la luz. También cubrirlos con plantas, lo que hará que se enfríen a através de absorber el agua. Pero las dos ideas requieren de una minuciosa planificación. El profesor Ashish Sharma de la Universidad de Notre Dame ha estudiado cómo los tejados con plantas reducen los efectos de las islas de calor en Chicago. Pero también halló que estas técnicas reducían las corrientes de aire provinientes del lago y alteraban la circulación del viento, cambiando las condiciones en las que vivían los vecinos.
5. Aterrizando por el calor
Los efectos del calor extremo afectan a las estructuras físicas tanto como a las personas que están dentro de ellas. En 2017 las olas de calor obligaron a que se cancelasen cientos de vuelos. La explicación es que a los aviones les afecta la densidad del aire. Últimamente se está generando un debate de si se deberían construir los aeroplanos pensando en un mundo futuro en el que el calentamiento global haya cambiado mucho las condiciones.